My First Stage.

¿Por qué para las aves será tan complicado aprender a volar? ¿Por qué muchas morirán en el intento? El sólo hecho de desplegar sus alas ya implica un acto de suicidio, planear hasta el lugar indicado sin en el camino encontrarse con aquellos peligros cotidianos… Caer en el lugar indicado, aletear por tu vida… Emprender vuelo hacia lo alto, llegar al cielo y desde ahí devolver lo que obtuvo en un principio… Complicaciones.
Así es como un ave empieza su vuelo, así es como Samantha comenzaba su vida. Dieciocho años, departamento para ella sola, todas sus pertenencias, dinero, un colegio nuevo y su último año de cursado en una escuela que se dedicaba bastante a la música, algo que ella finalmente vio como una nueva oportunidad de formar una banda… ¿Tendrían los mismos estilos? ¿Encontraría personas como ella? En sí, Samantha, era rara, pero se adaptaba con facilidad a los diferentes ambientes siendo siempre ella misma. Al que le gustaba bien y al que no, poca importancia le daba.
Primer día, luego de comer algo por el centro de la ciudad emprendió el viaje hacia el instituto. Acercándose con lentitud, con sus auriculares puestos, un jean algo rasgado pero no por eso desalineado, una remera lisa sin mangas color blanco y un par de zapatillas estilo de lona color rojas. Una vestimenta habitual junto a lo indispensable, la música. Cargaba consigo una carpeta y a su espalda una mochila roja y blanca no muy grande, tenía el cabello suelto que caía totalmente lacio en un tono rojizo, fuerte.
El instituto fue exactamente lo que se esperó, un lugar lleno de alumnos que iban y venían todos muy bien vestidos y con cosas de último modelo… Como si todos fueran una especie de calcos de la perfección. Hizo un gesto como si estuviera pensando y luego continuó caminando y entrando lentamente al lugar, extenso, muy bien cuidado y con mucha “alegría”… Algo perdida caminó directamente hacia el patio y al ver unos llamativos bancos con unas mesitas decidió sentarse y dejar sus cosas sobre una parte de la mesa para poder descansar un poco su espalda y sus piernas que habían caminado todo el día.
El paisaje era perfecto e inspiraba una cierta paz, por lo menos mientras aquellos murmullos no se escucharan, era inevitable al parecer encontrarse con grupitos de chicas y hasta chicos que la señalaban o miraba extrañamente… Más que obvio, hablaban de ella y seguramente ya sabía de qué. Simplemente se dedicó a regalar sonrisas a aquellas personas que la observaban detenidamente o que la miraba con despectividad. El tiempo pasaría y todos se terminarían acostumbrando, aunque váyase a saber cómo trataban ellos a los miembros de los diferentes clubes, tanto el club Monroe como el club de Ciencias de los cuales ella formaba parte… Sabía algo de las rivalidades pero en verdad no era una de sus especialidades, no pretendía ir a pelear ni hacer enemigos, simplemente terminar el año y cumplir su sueño.

- Esto será tan largo y divertido...

La brisa como una especie de calmante, un fiel sedante. El paisaje perfecto y las personas que iban y venían con total tranquilidad… Sólo faltaba saber dónde diablos eran las clases, pero bueno, temas menores… El primer día, no había por qué llegar tan temprano.
Mientras el tiempo pasaba y casi todos los que la miraban con extrañeza comenzaban a desviar las miradas, ella continuaba en la suya; sacó un pequeño cuaderno y comenzó a repasar la letra de una canción mientras hacía el ritmo con su boca como si fuera una especie de tarareo pero con sus labios unidos para que el sonido no sea muy alto y resuene más que nada en su cabeza.
Así y con algo de iniciativa continuó hasta que pudo notar que una jovencita se acercaba a ella… Primer rasgo descriptivo: Era asiática, se podía notar por aquellos peculiares ojos alargados con los cuales solían contar. Su cabello totalmente perfecto, una expresión de amabilidad se alzaba por encima de toda su persona en sí y al parecer acompañando esto con algo de timidez que se podía notar en su forma de hablar…

“Hola... Soy Haneul Choi... Tu color de cabello es bastante hermoso, ¿es natural o es tintura?”

Inevitablemente le sonrió al ver tanta amabilidad de su parte, extendió levemente su mano para estrecharla con la de ella, acto seguido prosiguió a responder a su pregunta.

- Es tintura, desearía que fuera verdadero… Un gusto conocerte, soy Samantha, puedes decirme Sam o Samy, supongo que es más sencillo.

Rió levemente mientras guardaba su cuaderno para dirigir totalmente su atención hacia ella. Se veía muy tierna, toda delicada y súper adorable, aún no entendía porque las jovencitas asiáticas contaban con tal belleza y ternura, era inevitable para Samantha querer observarla con todos esos rasgos perfectos que tenía.
Totalmente sorprendida no pudo evitar comentarle por qué la observaba tanto ya que podría llegar a pensar que tenía alguna extraña inclinación, lo cual sería totalmente erróneo.

- Paso a comentarte; me parecen súper tiernas las chicas asiáticas, tienen cierta expresión que las hace ver muy simpáticas y dulces… Me sorprende mucho, nunca había tenido oportunidad de conocer alguien así. No creas que tengo alguna inclinación extraña. No, no. Simplemente me parece algo diferente a lo que veo día a día.

“Samantha está bien. Aunque creo que te diré Samy de ves en cuando. Tu puedes decirme Sunny si lo deseas...”

Correspondió al último gesto que hizo para luego continuar escuchándola:

“¿Tú crees que somos súper tiernas? Debe de ser porque tenemos la costumbre de hacer gestos aniñados... Lo que se llama "aegyo" en mi país natal”

- Así que aegyo…

La quedo mirando totalmente maravillada y entretenida a su vez ya que siempre le resultó interesante aprender cosas nuevas y más aún de aquellas que le solían llamar la atención como aquellos gestos típicos.

- Es algo de lo cual nunca oí hablar, es fácil de ver aquellas expresiones tan típicas, pero nunca supe que conllevaran un nombre en particular… ¡Creo que se aprenden cosas nuevas todos los días!

La continuó observando totalmente entretenida con lo que estaba diciendo cuando logra ver aquel movimiento para que no se cayeran sus libros y carpetas, prácticamente su primera intención fue ayudarla extendiendo sus manos pero pudo notar que la situación estaba totalmente controlada. Aunque la jovencita agregó:

“Disculpa, pero ¿puedo sentarme a tu lado? Es que estas carpetas están un tanto pesadas y no quiero que se me caigan; su contenido es un tanto valioso y si se daña de seguro que mis hermanos me matan...”

- ¡Ay, por supuesto! Eso no se pregunta, siéntate no queremos que esas carpetas se caigan.

Dicho esto corrió levemente su mochila para que ella pudiera colocar sus cosas en la mesa, en sí había lugar, pero como algo automático decidió dejarle más lugar para evitar que aquello que parecía tener especial valor se perdiera, ensuciara o lo que fuere.

- Sunny… Si es que se puede saber… ¿Qué llevas contigo que es tan valioso?

La curiosidad mató al gato dice el dicho, ese afán de Samantha por ser tan curiosa algún día la llevaría a cerrar completamente la boca… Pero por el momento no había nada que perder, aparte de que no sabía demasiado sobre qué hablar ya que era nueva y no podía charlar nada sobre el colegio y demás cosas.